Te he traído
apuntándote con la irremediable
virtud de mi memoria
y ni siquiera te conozco.
Y qué hacer
si prefiero transitar los resquicios
de mi no ser
de mi no querer estar.
Someto los silencios.
Bautizo los absurdos.
Colmo la inmaterialidad
de tu sustancia.
Te hago cuento
y te dejo sin final.
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